“Libertar
a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela y redimir a ésta de la que padece,
son los objetos que me he propuesto en esta memoria. Dignaos, oh mis
conciudadanos, de aceptarla con indulgencia en obsequio de miras tan
laudables”.
Así
comienza Bolívar una exposición llena de gran sabiduría sobre un importante
factor del por qué de la caída de la Primera República, y que más adelante
continúa diciendo lo que me parece constituye el origen y en gran parte la
responsable de la casi perdida de nuestra Independencia y Soberanía, no en
manos de España esta vez, sino de Cuba. Me estoy refiriendo concretamente a la
Constitución aprobada durante el actual régimen. Pero
volvamos a lo que dice Bolívar:
“Los
códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles
la ciencia práctica del Gobierno, sino los que han formado ciertos buenos
visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la
perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por
manera que tuvimos filósofos por Jefes, filantropía por legislación, dialéctica
por táctica, y sofistas por soldados.
Con
semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se sintió
extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos
agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realzada.
De aquí
nació la impunidad de los delitos de Estado cometidos descaradamente por los
descontentos, y particularmente por nuestros natos e implacables enemigos los
españoles europeos (hoy en día los cubanos) que
maliciosamente se habían quedado (hoy instalado) en nuestro país,
para tenerlo incesantemente inquieto (hoy expoliado)"
Pues
bien, nuestra Constitución actual no conduce a otra cosa que a la búsqueda, más
demagógica que utópica, de una “república aérea”. Y al ser necesariamente
violada en sus inejecutables postulados, se facilita la violación de la misma
en aquello que si debería cumplirse. Porque no hay peor fuente de anarquía que
una Constitución que ofrece lo que no se puede cumplir ni debe ser obligación
del Estado.
Es que
los códigos contenidos en nuestra Constitución, desde los cuales debería
manejarse la República, parecen más una carta dirigida al niño Jesús que un
instrumento que permita aplicar “la ciencia práctica del Gobierno”.
Para
colmo, además de su inaplicabilidad, el texto Constitucional abre con la obesa
ridiculez instilada por Herman Escarrá, se nutre con la obediente
jurisprudencia de su hermano Carlos y de una minoría que, sin ser los filósofos
a los cuales alude Bolívar, si podrían ser considerados como “pensadores
marxistas”, por darles un nombre.
El
resto de los constituyentes, salvo muy pocas, y por lo tanto inútiles,
excepciones; eran un atajo de ignorantes y oportunistas que lo único que
hicieron fue aprobar una Constitución populista y demagógica.
Sí a
todo esto; añadimos los innumerables Decretos Ley nacidos de la inteligencia
luminosa y meticulosamente cuidadosa del Comandante Presidente,
eso termina de constituir a nuestra Constitución en el mayor compendio
existente de derechos demagógicos, populistas e insostenibles en el tiempo. Eso
si, sin énfasis alguno en los deberes de los ciudadanos.
Es que
una cosa es un Gobierno que ayude a quien quiere ayudarse con su esfuerzo y
trabajo, para poder devolver así la ayuda recibida y pueda ésta ser otorgada a otra
persona necesitada, y muy otra el ciudadano que en son de queja reclama:
"a mi el Presidente Chávez me ofreció una casa y no me la han dado".
Y como además se vive afirmando que la Constitución decreta que "Todo
ciudadano tiene derecho a un vivienda digna", y se habla constantemente de
la deuda social que tenemos con quien nada tiene; entonces, esta sumatoria demagógica termina creando a un
ciudadano que se cree merecer las cosas gratis, sin trabajo ni esfuerzo:
"... es
que lo único necesario es respaldar al Proyecto y al
Comandante-Presidente. Si, así es; !Le dan a uno chapa y todo!... ¡Imagínate! Bla, bla,
bla..."
Lo que
no dice ni el Gobierno ni la Constitución, es lo que hay que hacer, sobre todo,
cual es la actitud correcta para poder recibir una vivienda, en primer lugar: a CREDITO.
Con la facilidad que haga falta para que quien quiera trabajar, no importando su
situación económica, le sea posible adquirir una vivienda digna, para irla pagando con el fruto de su trabajo.
El discurso y la conducta demagógica y populista del Presidente, quien en vez de enseñar
a pescar, se limita a dar pescados; ha convertido a buena parte de nuestro pueblo en
"limosneros constitucionales" quienes creyendo, conveniente y
cómodamente, lo de la deuda social que supuestamente mantiene el resto de país
con ellos, además de otros "derechos" que han oído en "Aló
Presidente"; quieren cobrar su "deuda" de contado y sin que se les quede debiendo nada. Al fin y al cabo la culpa es de la oligarquía, la burguesía y los
"Majunche" que se la estábamos debiendo.
Cosas del Imperio.
A mi
juicio la actitud ciudadana que debemos inculcarnos si queremos sacar al país de
abajo fue la señalada por Kennedy cuando le dijo a su pueblo: “No se
pregunten que puede hacer su país por Uds. sino que pueden hacer Uds. por su
país”.
En fin,
amanecerá y veremos. Sólo espero que los jóvenes, que se avizoran como los que
van a regir los destinos de la República; hagan más énfasis en la deuda social
que tenemos con Venezuela que la que tiene Venezuela con nosotros.