Las otras preguntas que debemos hacernos son: ¿la
situación del país no ha empeorado sustancialmente desde esa elección?, ¿los
niveles de inseguridad personal y jurídica no han subido?, ¿la inflación o
escasez, sobre todo en el rubro alimentación y medicinas no se ha desbordado?,
¿los vergonzosos escándalos como los del Coronel y Magistrado Aponte Aponte no
han desilusionado a los Chavistas honestos que aun hay en sus filas?, ¿los
apagones, cada vez más frecuentes en todo el interior del país no influyen en
la intención del voto?, ¿la “regaladera” de dinero y petróleo a Cuba,
Nicaragua, Bolivia y otros países chulos no es ya vox populi?
¿El fulano “chip”
para poder echar gasolina, ya que el Gobierno no es capaz de resguardar las
fronteras, no terminó de liquidarlo en Zulia, Táchira y por acción solidaria en
toda Venezuela? En fin, creo sin embargo, que la pregunta más importante que
debemos hacernos, ante esta andanada de encuestas, opiniones y temores que dan
a Chávez como ganador, es si creemos que nuestro pueblo llano es tan imbécil y
además masoquista como para seguir apoyando a quien sólo le llena los oídos de
promesas, el corazón de odio y los bolsillos de mendrugos…
Hoy, con un Chávez rondando los 60, enfermo, no sé a que
nivel, pero por su aspecto, la pérdida de pelo que es distinta a una cabeza
totalmente recién afeitada, la hinchazón de la cabeza y las facciones, en fin,
como no sea que su pana el “socialista” Sean Penn, le haya conseguido al mejor
maquillador del mundo; es claro que Chávez es un hombre enfermo.
Su conducta
también delata su condición: Ese hombre bueno y sano, la única forma de
mantenerlo lejos de una cámara es poniéndole una chaqueta de fuerza y altas
dosis de Largactil, Diazepan y Fenobarbital. Pero sano o no ya perdió.
El país con las Fuerzas Armadas incluidas, no es
masoquista. Podemos, más veces de las que a mi me gustaría, portarnos como
imbéciles, habíamos llegado a un nivel tal, como colectivo, que las elecciones
para elegir a quien nos conduciría al Siglo XXI se lucharon entre: Una “Barbie”
con grandes conexiones internacionales, pues fue Miss Universo, lo que cubriría
una potencial llegada de “Aliens". Seguramente que nombraría a Osmel Sousa
como Ministro de Cultura y diseñador de los uniformes de los servidores
públicos bajo su gobierno.
También competía el “líder Alfaro Acero” quien eliminaría ese inútil
Ministerio de Cultura pues él, como un Piñerua cualquiera, también era
autodidacta. Compitió también
un Gobernador que se dejó padrotear por el capataz que manotearía luego al
país, quedando bautizado para siempre con el agrícola sobrenombre de
“Frijolito".
Por último teníamos al “héroe del Museo Militar”; un
Teniente Coronel que no había aprobado el curso de Estado Mayor Conjunto, (creo
que se llama) pero que era un buen pitcher zurdo con especialidad en la
“rabo’e'cochino", además contaba con amplia experiencia administrativa de
la cantina de uno de los cuarteles en los que sirvió. Había fracasado en un
sangriento intento de golpe el 4 de febrero del 92 y respaldado el también fracasado
golpe del 27 de noviembre del mismo año. Esto contra un gobierno democrático de
elección popular.
Pero a pesar de este prontuario, que no currículo, y
después de haber dejado ver su dulce y conciliador temperamento, como cuando
durante la campaña electoral para ganar esas primeras elecciones, ofrecía
“freír las cabezas de adecos y copeyanos en aceite hirviendo", claro que
tendría la compasión como para hacérselas cortar antes y no convertirlos en
langostas humanas metiéndoles la cabeza en aceite hirviendo en lugar de agua.
Pues bien, a pesar de todos esos pesares, el “pueblo que
nunca se equivoca” y el no tan pueblo pues gente como Miguel H. Otero, Carmen
Ramia primera encargada de la Oficina Central de Información (creo que se
llamaba así) en el Gobierno del Teniente-Coronel. El ilustre Doctor Mayz
Vallenilla, Angela Sago y su sometido marido, el “ahora bueno” Gordo Escarrá.
En fin la lista de quienes lo apoyaron y ayudaron a llegar a la Presidencia es
larga y vergonzosa.
Pero creo que por fin aprendimos la lección: “errar es de
humanos, de sabios deshacer los errores”.
Por todo esto, Chávez ya perdió.