En
torno al mito: “El pueblo nunca se equivoca”
Aun cuando la palabra mito
puede no ser precisa desde el punto de vista etimológico, permítaseme
utilizarla en su acepción más común: “algo que no refleja la realidad”. Y si
algo no refleja, ni ha reflejado hasta ahora a la realidad Venezolana, es la
populista y demagógica frase “El pueblo nunca se equivoca”: no resiste el
análisis más superficial.
Tomemos como ejercicio lo
ocurrido desde el 23 de enero de 1958 hasta nuestros días. Años durante los
cuales, y a pesar de todas sus fallas, hemos disfrutado de un Sistema Electoral
que ha permitido al pueblo elegir a quienes deben regir el destino del país y
en buena parte, nuestro destino individual. Un Sistema Electoral que permitió a
un candidato de oposición, Rafael Caldera, ganar elecciones por el escaso
margen de 30.000 votos.
Pero ¿Qué resultado obtenemos,
después del análisis más optimista de ese medio siglo de decisiones electorales
del pueblo? Para el observador más cauto, el resultado puede resumirse así:
Cada Gobierno nacido de la decisión popular ha sido peor que el anterior. Así,
fue el Pueblo quien votó por quien hoy nos gobierna, convencidos por él que
todos los gobiernos elegidos por el Pueblo, desde Rómulo Betancourt hasta el
segundo y fatal gobierno de Rafael Caldera, habían sido corruptos, y quienes
junto a “la oligarquía depredadora” eran responsables de la inmensa pobreza y
desigualdad existente. Es decir que “el pueblo que nunca se equivoca” llevaba
40 años equivocándose. Sin embargo, y a pesar de esta contradicción en los
planteamientos del oscuro Teniente Coronel, la frase mítica ejerció su efecto
demagógico excitando y satisfaciendo las emociones populares, y “el pueblo que
nunca se equivoca” lo eligió cometiendo su peor equivocación. La mejor prueba
es el absoluto contraste entre expectativas generadas por sus promesas, y lo
que ha sido la realidad de su desgobierno. Esto es evidente aun para el más
obtuso de los observadores. Por eso hay que demoler la populista frase “el
pueblo nunca se equivoca” para que tomando conciencia de nuestra ignorancia
electoral la sociedad, haga algo al respecto. Hace falta
una organización no partidista dedicada a “enseñar a elegir”, comunicar ciertas
reglas básicas para escoger candidatos y programas electorales que sirvan para
minimizar el error al tomar tan vitales decisiones, a analizar las promesas
electorales, a ver cómo ofrecen cumplirlas más que en las promesas mismas. Hay
que crear “conciencia electoral”. Esta es la forma de quitarle poder, no sólo a
Chávez, sino a cualquier otro demagogo que pretenda usufructuar con el hambre y
la ignorancia del pueblo.
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